Liberación perióstica: luces y sombras
Hace
algunas semanas que queríamos escribir sobre la técnica que hoy vamos a tratar
de explicar, la liberación de periostio, pero posiblemente por tratarse de una técnica aún
experimental y hoy por hoy sin suficientes casos para sacar datos concluyentes,
nos ha costado más terminarla.
En el
grupo de familias que hacemos este blog hay cuatro peques que han sido
intervenidos con esta técnica como método para incentivar el crecimiento del
miembro afectado. A los cuatro les ha operado el Dr. Moraleda en Madrid.
El objeto
de esta entrada es únicamente recoger otro método más, que no sustituye a los
clásicos y más invasivos pero que veremos que puede complementar de forma positiva
el proceso de alargamiento. Os queremos contar nuestra experiencia y plasmar
nuestro punto de vista.
Vaya por
delante que incluso entre los propios profesionales y especialistas en dismetrías
de miembros inferiores hay opiniones contrarias a su utilización.
Haciendo
una simplificación no facultativa podemos decir que la técnica consiste en
romper de determinada manera la membrana que recubre nuestros huesos al nacer,
y que tiene como función, entre otras, que crezcamos poco a poco. Dicha
membrana tiene capacidad propia de regeneración en los dos años siguientes y es
más fuerte cuanto menor edad tiene el paciente.
Su
protagonismo en esta patología viene de distintos estudios donde se ha
corroborado que cuando un niño sano sufre un trauma y se secciona esa membrana
por la rotura del hueso, en los meses posteriores, mientras este suelda y antes
de que esa membrana se regenera, el hueso crece anormalmente más respecto a su curva prevista. Pues
bien, este hecho fortuito es lo que se trata de reproducir en los niños con
dismetría, para conseguir que el o los huesos acortados crezcan por encima de
su tasa de crecimiento esperada según los modelos matemáticos.
Como
técnica experimental no hay todavía estudios suficientes para sacar
conclusiones generales, sobre todo porque cada niño que es operado con esta
técnica abandona la línea pronosticada de dismetría. Y la eterna pregunta es:
¿y qué hubiera pasado si no se le hubiera hecho la liberación? ¿Quién sabe si
lo mismo? Al final, el pronóstico inicial dado por el traumatólogo es
nuevamente estadístico basado en una muestra de población muy pequeña. Sólo en
aquellos casos en los que se decida no intervenir mediante ninguna técnica se
podrá saber si la estimación inicial de dismetría se cumple al final del
desarrollo. En el resto, se pierde esa constatación última porque todos los
niños pasan por una media de 10 a 15 operaciones hasta final de su crecimiento.
Podéis imaginar que, con tanta intervención, sólo se habla del éxito final, es
decir, si el paciente acaba simétrico +/- 2 cm y además con la funcionalidad
completa en su pierna afectada.
Dicho
esto, empezaremos por las luces. Los aspectos positivos para quienes hemos
optado por esta técnica son los siguientes. Se trata de una intervención
ambulatoria, muy poco agresiva y no invasiva. En función del niño y su edad,
después de 4 días más o menos, puede apoyar y puede ir al cole sin problemas. En los casos de menor edad, entorno al año o dos años, se recomienda escayolar pero únicamente por proteger al niño de sí mismo. A los pocos días, puede apoyar la escayola y andar sin problema. Cuando son más mayores (entorno a cuatro años) se opta por venda, y de igual forma, en cuanto recobran la seguridad pueden apoyar.
Y
desde el punto de vista de la evolución de la patología, si el procedimiento
tiene éxito podría suponer reducir el número de alargamientos con fijador a
realizar.
En la imagen se muestran dos de las incisiones hechas en las liberaciones a la altura de fémur y tibia. La más a la derecha de la imagen es la incisión usada en dos liberaciones diferentes, separadas 1 año. Y la más a la izquierda, casi ya inapreciable es la usada en la liberación anterior para tibia.
En total suelen ser dos incisiones en fémur y dos en tibia a la altura de la rodilla y otra a la altura del tobillo.
Al final,
para los padres, se trata de ver todas las posibilidades que da la medicina, y
cuales darían el resultado óptimo con el menor riesgo para el paciente. Digamos
que la ruta clásica se centra en monitorizar el crecimiento y planificar uno,
dos o tres alargamientos en función de la máxima diferencia acumulada.
La línea
que queremos plantear hoy con esta entrada es que merece la pena analizar otros
escenarios porque los alargamientos ya sabemos los riesgos que tienen. Los
expertos en este tipo de patología parecen estar de acuerdo que a partir de 5-6
cm de alargamiento con fijador externo o incluso con clavo intramedular, se
entra en la zona crítica de posibles complicaciones: es decir, siempre es
mejor dos alargamientos de 5 cm que uno de 10 cm.
Según
nuestra experiencia, y sin saber qué hubiera pasado sin hacer nada, lo cierto
es que en los tres casos del grupo operados con esta técnica hace dos años por primera vez, la dismetría parece haberse
congelado. Los peques han seguido creciendo y como tal debería haber seguido
aumentando la diferencia, y, sin embargo, parece haberse parado el tiempo. El
cuarto caso aún está en postoperatorio y no se tienen datos. Tal vez sea pronto
para cantar victoria pero lo cierto es que tenemos tres casos que,
con cirugía menor, no invasiva, su calidad de vida se ha mantenido en niveles
muy buenos, con alzas manejables de 2 o 3 cm.
Y os
preguntareis... ¿y los contras? pues los contras se resumen rápido y es
básicamente someter a un niño o bebé a una intervención, una anestesia general
y un postoperatorio (incluyendo la recuperación en casa y posible escayola),
sin datos claros de resultados. Todo quirófano implica un riesgo. Anestesia,
posibles infecciones de la índole que sea, y los expertos más conservadores
dicen que la supuesta mejora no merece la pena.
Actualmente
hay muy pocos que están apostando por este método en edades tempranas y de
forma sistemática. De hecho, a muchos de nosotros, los médicos consultados como
segundas opiniones nos dijeron que no había nada que hacer hasta los 7/8 años
que empezáramos a alargar. Que pusiéramos alzas y a correr. Pero lo cierto es
que, a esa edad, ya sí que no habría mucha más opción. Y entonces, con un año,
dos años, ¿qué es lo peor que puede pasar?, ¿que no pase nada? Bueno, habremos
sometido a nuestro hijo a una intervención más de las muchas que sí o sí
tendrá, en una edad de la que luego no tendrá recuerdo, sin efecto en la dismetría. Pero ¿y si funciona? ¿Y si resulta que
liberando esta membrana el hueso crece más? Así de forma natural...sin fijador
externo, sólo con dos incisiones en la piel que se curan en un mes... ¿merece
la pena intentarlo? ¡Pues algunos pensamos que sí!
Os
dejamos varios enlaces para profundizar:
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